miércoles, 18 de noviembre de 2015

Brujería

En el siglo XV, secundario al miedo a las brujas que surge  en el sur de Francia, se van a producir en el área pirenaica y regiones de Navarra, la Rioja y País Vasco varios juicios por brujería, siendo el proceso de Zurragamurdi el más conocido. Una bruja arrepentida se presentó ante la Inquisición de Logroño y denunció a sus cómplices, se inculparon a más de 300 personas. Leyendo las sentencias en el auto de fe efectuado el 7 y el 8 de noviembre de 1610, en que salieron un total de 53 condenados: 21 con insignias de penitentes, descubiertas las cabezas y con una vela en la mano, 21 con sambenitos con aspas de reconciliados y una vela; 5 estatuas de difuntos; y 6 con sambenitos y corozas de relajados. De estos últimos al menos una, la bruja Endregoto, fue quemada en la hoguera por el asesinato de un anciano por envenenamiento, crimen que despertó la indignación del Tribunal.
La Inquisición mandó revisar las actuaciones del tribunal de Logroño, autorizando al inquisidor Alonso Salazar y Frías, disconforme con la actuación de los otros inquisidores y que había trasmitido sus objeciones a la máxima autoridad. Gracias a la paciencia de Salazar en los interrogatorios, con las confesiones más disparatadas por el miedo, se concluyó que no había ningún dato que pueda considerarse como brujería, atribuyendo todo el disparate a la incultura, al miedo y a la persistencia de antiguos ritos inofensivos. Debido a estos informes se optó por una política más benigna, incluyendo el envío de predicadores para evangelizar y enseñar a la población ignorante.  Por ello gracias a Alonso de Salazar, España en el XVI siguió una política diferente a Europa y Norteamérica (recordemos en  1692, en Salem -Massachussets- la persecución contra las brujas y sus juicios sumarios). 
Recomiendo dos obras para este tema, el más famoso de todas los libros sobre brujería, Malleus Maleficarum, escrito en 1486 por dos monjes dominicos, Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, que se convirtió en el manual indispensable para la Inquisición, en el que se detallaba todo lo relacionado con la formación de la bruja y su identificación y castigos y Las Brujas y su mundo de Julio Caro Baroja, el mejor estudio antropológico de las brujas en nuestro país. 
Un ejemplo del terror y los disparates que los inquisidores hicieron confesar a las acusadas de brujería:
"...Y su relato sobre el método de profesar la fe del demonio coincide sin duda con lo que escribió el eminentísimo doctor Johann Nider, quien aun en nuestra época ha escrito en forma muy esclarecedora; y puede señalarse en especial que nos dice lo siguiente, que supo por un Inquisidor de la diócesis de Edua, quien llevó a cabo muchas inquisiciones de brujas en ésa diócesis, e hizo quemar a muchas.
Pues dice que este Inquisidor le dijo que en el ducado de Lausanne ciertas brujas habían cocido y comido a sus propios hijos, y que el siguiente era el método en que se iniciaban en tales prácticas. Las brujas se reunían, y por sus artes convocaban a un demonio en forma de hombre, a quien la novicia era obligada a jurar que renegaba de la religión cristiana, que jamás adoraría la Eucaristía, y a pisar la Cruz siempre que pudiese. hacerlo en secreto... 
Malleus Malleficarum
El Aquelarre.
Francisco de Goya. Museo del Prado, Madrid.



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