miércoles, 22 de junio de 2016

Enfermedades culturales: posesiones y exorcismos I.

Hay que considerar enfermedades producto de determinadas culturas, como los síndromes relacionados con culturas étnicas determinadas, por ejemplo en  Etiopia, Somalia, Egipto, Sudán, Irán y otras sociedades del Medio Oriente aplicado la experiencia de espíritus poseyendo a una persona, siendo una manifestación cultural patológica de sus creencias.
Sin  embargo y pese a que incluso hoy mismo la propia Iglesia no recurre apenas a la figura del exorcista, de hecho la Orden menor de exorcistas desaparece en 1973 bajo decreto papal, una vez que se solicita su intervención, la asistencia conjunta con el psiquiatra en ocasiones debe ser practicada, en la mayor parte de los casos son los familiares tras años fracasar los tratamientos psiquiátricos, los que recurren al sacerdote. Pero en otros casos, son los especialistas que de manera privada hablan con un sacerdote, remitiendo el caso y manteniendo el más absoluto secreto para no desprestigiarse ante sus colegas. Esta actitud por parte del psiquiatra retrasa a veces la actuación del sacerdote y no facilita la actuación conjunta en opinión de los religiosos. 
Síntomas clásicos de la posesión serían los siguientes: molestia, desagrado y furia hacia lo sagrado, incluso con blasfemias e insultos, pérdida de consciencia y aparición de una segunda personalidad de carácter maligno, de la que la primera o habitual no va a recordar nada, esa personalidad sufre cambios físicos como las pupilas se vuelvan hacia arriba, se tensa la musculatura y cambia la voz  y es posible que se articulen lenguas que no son conocidas por la persona o idiomas antiguos. Fuera de la crisis la vida es normal.
Es muy frecuente que el paciente comience su exposición al psiquiatra con las palabras "creerá que estoy loco", "que voy a decir", etc.
El ritual del exorcismo al ser tan impresionante, puede condicionar sobre una mente extremadamente sensible una patología por sugestión, pudiendo a llegar el enfermo a pensar que está realmente poseído.
Una  vez que el tratamiento psiquiátrico ha fallado y sin embargo la liturgia cura al paciente, hasta que punto se debe de considerar que el exorcismo ha sido efectivo y no es una manifestación de una enfermedad que hemos llamado anteriormente cultural. Son preguntas para mí como profesional sin respuesta cuando todo aquello para lo que la psiquiatría tiene respuesta falla, evidentemente mi postura está al lado de la ciencia, pero como explicar la articulación de determinadas lenguas a las que no se ha tenido acceso, o datos de la vida del entrevistador desconocidos por el paciente. Con lo cual queda la duda científica sobre el mal, el maligno y una escasísima pero cierta fenomenología a la que nos somos capaces como profesionales de dar respuesta, en este momento, que no quiere decir que no exista una explicación científica que lo justifique.




El Aquelarre o el Gran Cabrón. Francisco de Goya 1829.



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