sábado, 17 de octubre de 2015

Los Vaqueiros de Alzada.

Se conoce por este nombre a un grupo de pastores dedicados a la transhumancia que habitan en las zonas montañosas de los concejos occidentales de Asturias.
Su dedicación al ganado en las zonas asturleonesas les otorgó en nombre de vaqueiros y de Alzada por la movilidad geográfica.
Una vez más una población transhumante choca directamente con las poblaciones fijas de la región, aldeanos ya sean de zona alta “xaldos” o próxima al mar “ribereños”. Los vaqueiros nacían y vivían en la Braña, es decir pequeños poblados ubicados en medio de las montañas asturianas, a una gran altura y con una población en torno a las cincuenta personas. La dedicación en la braña, donde pasan los inviernos, es hacia el ganado vacuno, aunque en menor medida también lanar y caballar, cultivando hierba y patatas como recurso agrícola. 
Hoy día es casi imposible saber de donde surgen las causas de la discriminación social, no obstante al ser más recientes que por ejemplo los agotes podemos tener más fuentes disponibles.  Posiblemente el modo de vida en la braña y la movilidad en relación a la vida sedentaria de la aldea, generan en esta una desconfianza hacia lo diferente: los vaqueiros no vivían en la aldea, ni pagaban impuestos, ni muchos de los niños iban a la escuela por ejemplo. Estas diferencias generaron la estigmatización y el rechazo, favoreciendo la endogamia y la generación de apellidos que limitan el origen vaqueiro. Con el tiempo en realidad un problema rural desembocó en un problema social siendo claramente repudiados por la sociedad asturiana. 
Según autores surgen a finales del XVI y el XVII aunque el origen concreto no es claro. Hay como en los agotes múltiples teorías de su procedencia aunque hoy día pensamos que pudieran proceder del mismo origen que el resto de los asturianos, puesto que no existe ningún tipo de diferencia entre unos y otros.
El vaqueiro vive para el ganado y la montaña, pasando el invierno y parte del otoño en las brañas, desplazándose en primavera a zonas más altas para que el ganado paste, recogiendo además hierba para después soportar el invierno.
Cuando bajaban a la aldea procuraban ir en grupo y mostrarse generosos y agradecidos en las ferias de ganado, en mercados, en cierres de negocios etc. 
Las fiestas en la braña eran en relación con el ganado y actos sociales como matrimonios etc. Y del habla vaqueira hoy se reconoce no como un dialecto, sino como una variedad del bable. 
Igual que con los agotes, la Iglesia aliada con los aldeanos, se negaba a dar el mismo tratamiento a los vaqueiros, en parte por su falta de contribución, también por no seguir de manera rigurosa los rituales eclesiásticos y por la desconfianza al estar separados de la iglesia. Por su parte los vaqueiros construyen un mundo espiritual a su medida, profundamente cristiana, pero compatibilizando de manera sincrética tradiciones paganas, con conjuros, ensalmos, oraciones propias exclusivamente de ellos.
Los vaqueiros fueron estigmatizados durante cuatro siglos, realizándose la apertura social a partir de mediados del XIX,  aunque permaneciera en el imaginario colectivo un cierto rechazo, pensemos que para parte de la sociedad descendían de moros, con el rechazo que en tierras astures esto suponía.
Hoy día en un mundo desarrollado el vaqueiro se ha perdido, se produce la emigración a las ciudades abandonando las brañas e integrándose en las aldeas.

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