“Un monstruo es una perversión en el orden que asegura la continuidad de las causas naturales de la virtud, de la salud del pueblo, de la autoridad del Rey”.
Jean Riolan 1605.
Todo aquello que no entra en nuestro pensamiento, se puede incluir en la categoría de "monstruoso", sobre todo si afecta al ser humano.
Cualquier monstruo supone una ruptura de nuestra realidad, ya sea de tipo mítico como en épocas antiguas, divino y religioso como en la Edad Media, de corte natural en los siglos XVI o XVII o de tipo político a partir de la Ilustración. Pensar en los monstruos supone un auténtico ejercicio de introspección en nuestro inconsciente más oscuro.
La palabra monstruo va a designar a un conjunto de realidades que abarcan los seres mitológicos, las depravaciones morales, prodigios varios, admoniciones divinas, y cualquier anormalidad de tipo físico. En resumen es un monstruo aquello que no se ajusta al patrón establecido. Les atribuimos sentimientos de temor, de miedo, de asco de rechazo, de disgusto sin descartar una serie de sentimientos contradictorios como el placer morboso. Nuestra cultura o los condena al olvido o frivoliza en el celuloide, los domestica. Debemos redimirlos de la feria, de los gabinetes de curiosidades, del silencio, sacarlos a la calle, quitarles sus viejos estigmas para integrarlos. Nuestra obligación es mostrarlos porque contar su historia es parte de nuestra cultura.
Culturalmente podemos sistematizarlos en:
1. Monstruos del imaginario y lo sobrenatural:
Son aquellos que proceden del mundo de la imaginación y de la cultura, del mundo de los sueños y de las más antiguas tradiciones de la humanidad, variando según el imaginario de la época histórica, no son los mismos miedos los que tenemos ahora que los que se tenían en la Edad Media. Son por ejemplo las serpientes aladas, los monstruos marinos, las harpías, los tritones, las hidras, aquellos que proceden del mundo más primitivo y de una naturaleza salvaje.
Los monstruos sobrenaturales son los que nos van a mostrar nuestra apariencia pecaminosa y dependen clásicamente de la religión, ángeles, demonios, brujas, profetas, entes que pertenecen a un mundo diferente al nuestro.
2. Monstruos sociales y políticos.
En este grupo vamos a meter varios tipos de mostruos. En primer lugar los monstruos sociales, que constituyen las anormalidades secundarias a la transgresión de los roles sociales, por ejemplo, el hijo deforme entre dos familiares por el incesto, otros seres contrahechos que podían haber sido víctimas de la pedofilia, del bestialismo, o bien haber sido víctimas de brujería. En realidad todo lo que rompe el orden establecido en la sociedad.
En segundo lugar aquellos que poblaban los territorios desconocidos, cuyo éxito se debió a que sus autores pensaban que eran reales. Estos ocupaban zonas del mundo remotas y tenemos varios ejemplos en literatura. Ctesias de Cnido, médico de Artajerjes en el siglo V a C., escribió una Historia de la India introduciendo en la cultura griega la idea de una geografía fantástica de los pueblos monstruosos. Habló de los pigmeos que luchaban contra las grullas; de los esciápodos, con una sola pierna y un enorme pie; de los cinocéfalos, con cabezas de perro; de los acéfalos o Blemmias, que al carecer de cabeza, tenían el rostro en el pecho, etc.
Plinio el Viejo (siglo I) incorpora las maravillas de oriente a occidente, en su Historia Natural, describió las razas monstruosas de la periferia del mundo: cuenta que en la fría región de Escitia. habitan los arimaspos que, como los cíclopes, tienen un solo ojo en medio de la frente y están continuamente en guerra por las minas contra los grifos, fieras aladas que extraen oro de las entrañas de la tierra. También viven unos hombres salvajes con las plantas de los pies vueltas hacia detrás de las piernas, que corren a extraordinaria velocidad y viven en compañía de fieras y mujeres con dos pupilas, a las que llaman bicias con maléfica mirada. Y el pueblo de los andróginos con características de ambos sexos, que copulaban entre sí tomando alternativamente una u otra naturaleza.
Isidoro de Sevilla se refiere a ellos en el libro XI de sus Etimologías. Estas criaturas fantásticas dejaron de ser meras fantasías paganas pasando a pertenecer al imaginario medieval, adaptando el modelo de Plinio y plasmándose en toda una iconografía de piedra en las catedrales.
A lo largo del XVI, con los descubrimientos y exploración de las nuevas tierras y el impulso renacentista el imaginario artístico se llenó también de seres tan extraños, pero con cierta dosis de realidad por las diferentes culturas conquistadas: los caníbales, las amazonas, los gigantes los pigmeos y otras razas desconocidas que debían ser sometidas etc. No faltaron en las nuevas tierras pueblos de hombres salvajes reales y capaces de impulsar la curiosidad científica de la época.
3. Monstruos de lo físico.
A los que dedicamos ya un capítulo en el Blog.
W. Raleigh, Brevis et admiranda descriptio regni Guianae, Noribergae 1594