Desde etapas remotas el hombre ha modificado la normalidad de su cuerpo.
A través de sellos de cerámica, figurillas, cráneos, dientes y relatos de cronistas, los cuales nos hablan del cómo, cuándo, quién porqué y a quiénes las realizaban.
La pintura corporal y el uso de adornos constituyen la manera más primitiva de alterar la realidad corporal, después fueron comunes las escarificaciones y tatuajes, la deformación de la cabeza y el limado e incrustación dentaria.
1. Deformaciones cefalicas.
Los orígenes de ésta práctica no se conocen; hay evidencias de ella en América, Asia, Europa y África. Se puede realizar en niños muy pequeños, por la naturaleza del hueso en crecimiento. Utilizaron dos tipos de aparatos deformadores: cunas o aparatos cefálicos, o ambos, primero el uso de cuna y después la colocación de un aparato cefálico cuando podía caminar.
Los aparatos cefálicos fueron de varios tipos, en el México prehispánico, lo común fue el uso de dos tablillas, una anterior y otra posterior, fijas con cuerdas o vendajes menos frecuente fue el empleo de las cunas. La realizaban las parteras o las madres de los niños.
Las razones pudieron ser ornamentales, embellecimiento, jerarquía social, distinción entre grupo o etnias, para parecer más fieros durante las guerras, y quizás más tarde por mera costumbre estética.
2. Modificaciones dentarias.
El limado e incrustación de los dientes, sobre todo de los anteriores (incisivos y caninos) fue otra práctica muy común. Las hipótesis nos plantean que pudieron haber sido un medio ornamental, un rito de iniciación (extracción de un diente) o una expresión de duelo.
Esta modificación cultural fue practicada con mayor frecuencia por los hombres y en la vida adulta. Las piezas más elaboradas son de la zona maya.
3. Cambios secundarios.
La deformación cefálica provocó cambios estructurales no sólo de la región posterior de la cabeza, sino también en la región facial. Las alteraciones de las órbitas provocaron el estrabismo. Éste no se debe, a la colocación de un pegotillo entre los ojos que era la interpretación clásica, sino que es consecuencia de la alteración ósea.
Los dientes, por el limado practicado, alteran la oclusión y tienen asimetrías.
La alteración de los lóbulos de las orejas, ya sea por perforación o distensión dilata el lóbulo pudiendo romperse e interferir en la audición.
En los labios la colocación de objetos pesados provoca tracción hacia delante y abajo, reducción del espesor y hasta su rotura, dejando expuesta la arcada dentaria. Incluso finalmente la dificultad de ingerir alimentos y articular sonidos labiales.
Imágenes de cráneos mayas e incrustaciones dentarías mayas. Yucatán.
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