Desde lo que conocemos como el principio de la Medicina vemos ejemplos como el epigrama de Marcial en el que se queja a Símaco, el médico que le atendió con sus aprendices:
“...cien manos me tocaron, antes no tenía fiebre y ahora si”.
En el siglo III, Celso cita en De re médica que en Alejandría, Herófilo y Erasistrato
fueron quienes realizaron las primeras autopsias sobre cadáveres y las primeras
vivisecciones sobre individuos vivos que eran los reos condenados a muerte.
Hipócrates (460 a. C. ) redacta su juramento hipocrático, seguido incluso en la actualidad, donde refleja que el médico debe ponerse al servicio de la salud y del hombre. Aunque la escuela hipocrática no realiza autopsias, si que basa en una experimentación su terapéutica.
Galeno, aunque tampoco realizó autopsias sobre el ser humano, si lo hizo en animales, formalizando lo que desde entonces se considera experimentación clínica, que hasta el Renacimiento con Vesalio no vuelve de manera oficial a practicarse.
Andreas Vesalio, médico personal de Carlos V realiza en Flandes multitud de autopsias en cadáveres humanos corrigiendo antiguos errores anatómicos.
Harvey a través de experimentos controlados en seres humanos es capaz de descubrir la circulación sistémica tal como la conocemos.
Podemos ver muchos más ejemplos, Falopio, excelente anatomista de Pisa, para descubrir los efectos del opio, solicitó al Duque de Toscana la entrega de dos condenados a muerte. Uno de ellos fallece y el otro no, lo que le es útil para su estudio, no obstante al continuar suministrando opio al sujeto, éste finalmente fallece.
Danys en 1667 comenzó a realizar las primeras transfusiones de sangre, inyectando 250 ml de sangre de cordero en las venas de un niño de 16 años, que obviamente falleció.
Quizás el caso más llamativo sea la creación de las vacunas, que como muchos sabemos
se la debemos a Edward Jenner en el año 1798, en el que demuestra la efectividad de la vacuna de la viruela.
Jenner observó que las vacas padecían una enfermedad llamada
o viruela de las vacas (cowpox), que produce erupciones en las ubres semejantes a las que produce la
viruela humana. Las vacas contagiaban la enfermedad a las lecheras que las ordeñaban, en las que aparecían pústulas en las manos, de carácter benigno.
Sin embargo estas personas se volvían inmunes contra la viruela humana, lo que le llevó a la idea de inocular a una persona sana con la viruela de las vacas para conferirle inmunidad frente a la terrible enfermedad.
El 14 de mayo de 1796 inoculó pus de una pústula de la mano de la ordeñadora
infectada Sarah Nelmes a un niño de 8 años llamado James Phipps.
Este desarrolló una enfermedad leve entre el 7º y el 9º día con una vesícula en los puntos de inoculación, que desapareció sin incidencias. El 1 de julio, inoculó al niño con la viruela humana, sin producir enfermedad, quedando inmunizado.
Hasta el momento hemos visto ejemplos que realmente aunque muy cuestionables éticamente no han supuesto para entendernos un crimen contra la humanidad, un
genocidio, como si hay ejemplos que iremos citando.
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