sábado, 26 de septiembre de 2015

Los animales y la muerte I

Pueden los animales predecir desgracias, fallecimientos, cataclismos. Existe una conexión con el inframundo con distintas especies...

El animal abre ante mí una profundidad que me atrae y que me es familiar. Esa
profundidad en cierto sentido la conozco: es la mía. Es también lo que me es más
lejanamente escamoteado, lo que merece ese nombre de profundidad que quiere decir con precisión o que me escapa... no es siempre, y nunca lo es del todo, reductible a esa especie de realidad inferior que atribuimos a las cosas. Un no sé qué de dulce, de secreto y de doloroso prolonga en esas tinieblas animales la intimidad del fulgor que vela en nosotros”.
Georges Bataille, Teoría de la religión.

 El hombre moderno, el habitante de las ciudades, ha perdido por lo general el vínculo con los animales, también ha perdido su capacidad de asombro y reverencia frente a la naturaleza, y de la misma manera ha perdido parte de su humildad y religiosidad.
Sin embargo, para los hombres antiguos y para aquellos contemporáneos al margen de las grandes corrientes de la civilización, considerados primitivos o salvajes, el mundo que rodea al ser humano se encuentra plagado de misterios y de fuerzas sobrehumanas.
Podríamos decir que es parte de una experiencia religiosa, en la que voluntades y poderes divinos se manifiestan y actúan sobre el mundo en forma de seres diversos. Los animales como parte de estos seres van a tener un fuerte protagonismo, porque son
poseedores de una fuerza vital y un poder físico que sobrepasan lo humano (viven bajo el agua, vuelan, tienen garras…). 
De esta manera los animales se ubican dentro de lo divino, bien como símbolos de diversas ideas, bien como deidades o representantes de ellas.
Los animales son seres expresivos que permiten intentar una comunicación con ellos, estableciendo lazos de dominio, sumisión, resultantes de una lucha por la supervivencia, también de amistad, amor, consubstancialidad y hasta de parentesco. Estos lazos hacen que los animales actúen como demiurgos entre el hombre y aquello que es más lejano y
extraño: el cielo, el inframundo, la vida y la muerte. Dice Mircea Eliade:
Aprender el lenguaje de los animales, y en primer lugar el de las aves, equivale, en cualquier parte del mundo, a conocer los secretos de la naturaleza y, por tanto, a poder profetizar. El lenguaje de los pájaros se aprende por lo común comiendo carne de serpiente o de otro animal tenido como mágico. Estos animales pueden revelar los secretos del porvenir, porque son considerados como receptáculos de las almas de los muertos o las epifanías de los dioses. Aprender su lenguaje, imitar su voz, equivale a poder comunicarse con el más allá y con los cielos”.

Cueva de Tito Bustillo, Asturies.

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